jueves, 9 de junio de 2016

DE PRONTO… AQUEL MAR ENFURECIDO.


Cuando yo tenía unos 20 años más o menos, un señor malo con el apoyo de la traición del ejército cubano y varias gentes de malos sentimientos, rompieron el sistema democrático estableciendo una dictadura. La mayoría del pueblo estaban indignados, entre ellos yo. Aquel señor malo comenzó a encarcelar a los que no estaban de acuerdo y protestaban porque no querían vivir en dictadura. Los que los combatían les toco la peor parte porque los mataban y los dejaban tirados en las calles para asustar al pueblo y que sirviera como ejemplo. Pero se equivocó, porque eso ocasionó un mayor repudio dentro de la población al ver ese macabro hecho y con ellos se benefició un mafioso “hombre muy malo” mi nieto llamado Fidel Castro. Que se adueño de Cuba en enero del año 1959 poniendo una sangrienta tiranía más mala que la de aquel señor malo que se llamaba Fulgencio Batista. Aquel falso protector que en realidad era y es un sátrapa se adueño de Cuba al pueblo lo esclavizó. A todos los esclavos les concedió el estatus de trabajadores con un salarios de 10, 15 o 20 dólares al mes  para no tener que alimentarlos, las fabricas tenían que entregarles sus productos,  los campesinos sus cosechas, gallinas, el ganado vacuno, equino, en fin todos sus bienes ganados con el sudor de su frente y el esfuerzo de su trabajo dejándolos en la miseria mientras ellos disfrutaban la dulce vida. No existían jóvenes existían autómatas que tenían que hacer lo que esos señores malos les indicaban, porque en cuba habían escuelas pero en realidad no eran tal, “eran centros de adoctrinamientos” obligaban a los padres a mandar a las falsas escuelas a sus hijos desde muy temprana edad. No para impartirles clases y formar hombres y mujeres de bien. Eran Para ser adoctrinados por unos desalmados profesores inculcándoles el odio a todas las personas que no pensaran igual que ellos. Delatando a sus padres, hermanos, amigo etc. Los que hablaran mal de la tiranía que ellos le llamaban y le siguen llamando “revolución”. Pero por suerte no todos son adoctrinados fueron numerosos los jóvenes que se rebelaron, otros se resignaron, muchos   decidieron escapar de ese infierno por el mar en embarcaciones rusticas de muy mala construcción, usaban todo lo que flotara,  sin tener idea de navegación en fin un suicidio preferían poner en riesgo la vida que vivir en ese infierno.

En una ocasión una veintena de amigos decidieron hacer una lancha pero muy rustica. No como esas lanchas muy bonitas que tú ves por aquí. Bueno continuo, en un lugar de mucha maleza, de poco acceso cerca del mar. Por el día trabajaban en la confesión de ella cuando se marchaban la tapaban con ramas y uno de ellos se quedaba vigilando escondido toda la noche para ver si eran descubiertos, así hasta que la terminaron y se echaron al mar con la idea de huir de ese infierno. 

Al segundo día de navegación el cielo se nublo comenzó a soplar un fuerte viento todo hacía indicar que tendrían que pasar por una gran tormenta y su embarcación era muy frágil, no soportaría la tormenta. Todos comenzaron a rezar con mucha fe y pedirle a Dios que los ayudaran y que les permitieran llegar a tierra firme. 

De pronto… aquel mar enfurecido se transformó en un mar sereno apacible emerge del fondo del mar una bandera cubana y los ayudó a llegar a tierra firme. Allí conocieron a muchas personas buenas que los ayudaron y lograron rehacer sus vidas, también yo ahí conocí a  tu abuela nos casamos y fuimos muy felices (el nieto) abuelo tu vivías en Cuba. Sí, pero yo era uno de los tripulantes de esa embarcación.
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                                                  Humberto Cid Delgado.

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